Los pequeños comercios como agentes de cambio y transformación

Rosalba MiguelAcademia EH, Blog, Comunidad de Aprendizaje, Máster Internacional de Economía HumanaLeave a Comment

Una experiencia al servicio de la ciudad, la cultura y el consumo consciente.

Amadeu Barbany compartió con alumnos del MIEH y amigos de la red de EH un encuentro inspiracional en el que alentó a humanizar el comercio. A través de un apasionado relato de sus vivencias, nos dio a conocer su camino de crecimiento y transformación personal. Con la humildad de los valientes nos habló también de errores, fracasos y disgustos que dejaron aprendizajes y fortalecieron su conexión con su propósito trascendente.

Amedo se presenta como un pequeño comerciante que concibe el comercio como un espacio de intercambio, de ideas y sentimientos entre dos personas. Reconoce que el comercio ha tenido un importantísimo papel en la transformación social de la humanidad, en tanto ha propiciado la divulgación de culturas y a la vez ha generado grandes desigualdades.

“Hemos pasado de ser ciudadanos a consumidores y hoy a un mero logaritmo, debemos recuperar la mirada del encuentro”

En la década del 90, la realización de los juegos olímpicos de Barcelona, disminuyó el tránsito de personas en la ciudad de Granollers y ciudades cercanas y esto generó una crisis para los comerciantes que debieron repensar el negocio. Amadeo, junto a un grupo de comerciantes de Granollers, ciudad mediana mediterránea, lideraron entonces una creativa iniciativa, apelando a recuperar las tradiciones, al servicio de las personas y con foco en las 3 c´: ciudad, cultura y comercio ciudadano

De adolescente Amadeo sueña que la 152 nacional se transformara en un camino de sillas y tertulias, esto inspira a este grupo de comerciantes que se anima a repensar la configuración de la ciudad y se moviliza para sacar los coches del centro y colonizar las calles con sillas que animen el diálogo entre vecinos y el encuentro entre las distintas generaciones.

El proyecto tuvo varios detractores que entre otras cosas señalaban que las sillas iban a ser vandalizadas. En tres años no hubo una silla dañada; “era un proyecto generado desde la confianza y la gente nos devolvió esta confianza”. Con el tiempo, se reconoce y valora esa iniciativa: la ciudad pasa de tener 300 m a 11 km de zona peatonal, lo que genera grandes cambios en las relaciones de los habitantes.

Este grupo de comerciantes, a quienes llegan incluso de tildar de “secta”, se proponen como impulsores de cultura con ofertas teatrales y musicales, resignificando el espacio de la trastienda y desde una genuina vocación por compartir como ciudadanos.

Proponen conferencias sobre crecimiento personal y llevan adelante una exitosa campaña de abrazos que cuenta con la maestra Amma. Desde Jorge Bucay a Claudio Naranjo, reconocidas figuras desfilaron orgullosas de ser parte de esta movida.

Amadeo defiende al pequeño comerciante a través del consumo consciente. Se trata de comprar menos no de gastar más. “Compre menos, compre bien” rezan los carteles de su tienda que le ganaron la antipatía de varios. Promueve la reparación de sus productos bogando por el cuidado del medio ambiente, un acto profundamente contracultural.
Con firmeza pone en valor el rol del pequeño comerciante como agente transformador “estamos en el día a día de quienes quieren hacer un cambio”.

Su testimonio nos anima a dejar de lado la queja que nos debilita, a mirar más allá de lo tangible y cuidar la coherencia desde el corazón con la certeza de que “si yo no cambio, no cambiará el mundo”.

AUTORA: Agustina Langwagen

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